En ocasiones la vida nos pone en el Gran Camino, así, sin buscarlo, sin desearlo siquiera. Quizá es por ello que no somos conscientes de ello, y seguimos empeñados en transitar por otras veredas, más complejas, agotadoras, angustiantes… Nos enrocamos en la idea de que ese es el camino, la forma, la estrategia correcta para llegar a nuestra meta. Pero ese camino no es el Gran Camino.
Hoy, la vida, nos ha cogido por los hombros y nos ha colocado en un lugar quizá desconocido, en una situación compleja donde puede que sintamos que hay demasiado ruido exterior, miedo, ansiedad, preocupación… o puede que sintamos desidia, abandono, decaimiento…
Ese lugar en el tiempo es ahora, ocurre en este precioso y preciso momento. Puede que la vida te haya depositado con suavidad o con una brusquedad insultante, pero ahí estás, aquí estamos. Párate, respira, observa y obsérvate. ¿Hacia dónde se dirigen tus pasos? ¿Es un camino o el Gran Camino el que transitas? ¿Sigues luchando por avanzar cada paso o fluyes sin dificultad? Y lo más importante de todo:
¿Vas a permitir que esta experiencia te aporte, aunque sólo sea, «el más pequeño grano de sabiduría»?
Haz que esta crisis te acerque a tí mismo, a tí misma, a tu Gran Camino. Deja de mirar a otro lado, hazte cargo, está delante de tí. Si de algo nos tienen que servir estos momentos, es para darnos cuenta de que siempre tenemos la oportunidad de escoger un camino o el Gran Camino. Siempre tenemos la encrucijada bajo nuestros pies. Hoy la vida nos ha puesto un cartel luminoso: «Deja de escaquearte, de huir, de esconderte entre la maleza. VIVE»
Una vez en el Gran Camino, el miedo a desviarse de él desaparece, todo ha cambiado. Lo que, a lo lejos parecía una caída mortal se convierte en un pequeño escalón. Y el miedo a desviarse se transforma en una sonrisa en la cara, porque descubres que jamás existió otra ruta que la que recorre el Gran Camino.
Te recomiendo que leas este texto acompañad@ de Ajeet Kaur
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